Vizcachas
86 Km al sureste de Copiapó está
en tranque Lautaro. Pozón artificial que detiene cual aneurisma el flujo del río allá en los
faldeos de la cordillera.
Una vez allí doble a la izquierda
y enfrenté una huella estrecha
ascendente empinada delimitada por la meseta inicial del cerro y hacia el otro
lado por un precipicio que ganaba altura mientras subíamos.
Buscaba una casa color morado. La única de color morado que había. Esa era la referencia que tenía de Kitty para encontrar a sus habitantes hacia los que iba: un anciano postrado enfermo al cuidado de su señora también anciana.
Hacía tres días había ido y llegado hasta allí mi hija con algunas bolsas con abarrotes preparadas para entregar como ayuda humanitaria venida desde Santiago como manifestación solidaria del corazón de una generación de egreso universitario arrejuntada a instancias de pura emoción y nostalgia. Había entregado además de los abastos botellas de agua y de cloro y se había comprometido a volver para llevarles ropa de cama ( que había detectado les faltaba) además de pañales para adulto que no estuvieron contemplados entonces y que, dada la condición de postración del abuelo, eran de extrema necesidad.
Recuerdo que muy afectada (con los ojos llorosos al regresar ese día ya noche al lugar de acopio inicial) Kitty me relato su emoción y me hizo prometer que volvería yo a cumplir por ella su compromiso de llevar los pañales que necesitaban. Lloraba porque sentía que de haberlos llevado entonces les habría mejorado tan simplemente la calidad de esa vida que apreció miserable y abandonada en un par de ancianos aislados en un cerro pre-cordillerano claramente perdidos e ignorados.
Seguí subiendo por el sendero empinado y se me dificultaba cada vez, dada la oscuridad, reconocer el color de cada casa. De la morada : nada!.
Seguí subiendo hasta cuando ya no había casas. Muy arriba en el cerro comprendí que debía regresar lo que significó el primer problema. Estaba oscuro; no veía hacia atrás en fuerte pendiente; era peligroso y no podía por espacio virar la camioneta.
Seguí subiendo entonces con la esperanza de encontrar un ensanchamiento para virar. No se me ocurrió otra acción en lo inmediato. Solo vislumbraba curvas del camino que se perdía tras el cerro más arriba cada vez .
De pronto una diminuta bifurcación apareció mágica hacia el lado de la quebrada pero me mostraba y regalaba un pequeño irregular espacio para la rotación.
Me insinué; retrocedí con freno de manos para controlar la inercia hacia la caída. Se paró el motor. Primer intento: patinó. Se detuvo el motor. Reencendido. Aplicación de doble tracción. Retroceso exitoso. Cuarto de giro. Adelante un metro, acantilado, terror. Marcha atrás; otro cuarto de giro. Adelante medio metro. Cuarto de giro y así hasta enfilar finalmente de regreso por la huella “escalera hacia el cielo” en la que me había adentrado.
Ahora, bajando, las casas quedaban a la izquierda y la quebrada a la diestra.
Primera casa de arriba hacia abajo. Alooooó!! Alooooó!!
Señor: puede Ud. ayudarme a encontrar la casa en donde habita un anciano que esta postrado enfermo y al cuidado de su señora también una anciana y que me dijeron era de color morado??
Respuesta: y como se llama?
(¿Cómo se llama? No me lo dijeron! )
No lo se pero me dieron como pistas precisas: anciano enfermo postrado, señora anciana, casa morada.
Seguí cuesta abajo, con cuidado, con mucho cuidado. Ya oscuro total.
Alooooó!! Alooooó!!
Señora: puede Ud. ayudarme a encontrar la casa en donde habita un anciano que esta postrado enfermo y al cuidado de su señora también una anciana y que me dijeron era de color morado??
Respuesta: y como se llama?
( ¿Cómo se llama? De nuevo. Puchas Kitty. ¿Cómo se llama? )
Solo me dijeron anciano postrado, señora anciana, casa morada.
Tomé el teléfono y marque para hablar con Kitty.
Nuevas coordenadas por favor le pedí tras informarle las dificultades.
Reja de acceso blanca. No muy arriba. No había más datos para ayudar.
(Dale!!...)
Señora: la casa tiene una reja blanca en la entrada. Reja blanca!.
Respuesta: es que todas las casas de aquí tienen reja blanca a la entrada. Pero un viejito en cama ……..Ahhhhh!!! Es el abuelo José. El está enfermo en cama; no se levanta y esta con mi abuela Ana.
Anda Choche! grito la señora. Muéstrale al caballero dónde. Anda! le ordenó a un muchacho quinceañero que se asomó a la puerta de la casa atraído por la conversación y voces desconocidas en el ante jardín de tierra de la entrada en una noche ordinaria a un mes de la tragedia.
Sígame ; sígame. Yo le muestro. Me grito el muchacho y hecho a andar a paso lento.
Avancé en la camioneta y Choche
caminó adelante hasta como ocho o diez casas abajo.
Entró en una con puerta de antejardín de rejas blancas de fierro, igual que todas.
Estacioné el vehículo, me bajé y me adentré en la casa mientras dos pequeños perros blancos quizá malteses sucios de barro olfateaban mis canillas y un perro encerrado en la casa de al lado ladraba amenazante haciendo su trabajo.
Aloooó! Permiiiiiso!
Y entré.
Hola! Hola señora Hortensia! Le dije fuerte y claro a la anciana que me intercepto en la puerta y que me miraba con humildad y cierto susto hacia arriba.
R: ¿?
Vive aquí con ustedes un abuelito que está enfermo en cama y que no se puede levantar y que… otra pregunta mejor. Dígame señora: ¿vinieron el sábado recién pasado unos jóvenes; una niña como de 25 y un joven igual a traer unos paquetes con víveres de ayuda?
Respuesta: Noooo! No ha venido
nadie aquí. Hace como un mes si vino alguien con cosas, con agua, pero Noooo!
Apareció desde la casa una jovencita aviejada callada observante y se acercó a la abuela.
Mmmmhhh! ( no es acá!) pensé.
Dígame señora Hortensia…
R: Ana! (dijo la nieta recién aparecida)
Dígame señora Ana…… hay en alguna otra casa de aquí otro abuelito enfermo en cama?
Señora Hortensia: escúcheme!
No me mienta por favor porque si lo hace no le voy a poder dar nada de la ayuda que traje.
Espérese. Míreme. Le voy a sacar una foto.
La saqué con mi celular y la mande
por WA a Kitty.
Respuesta instantánea: Eeeeeeeesa!!!! Siiiiiiiii!
Otra nieta que tenía más o menos la edad de Kitty y que de copuchenta había salido intervino diciendo: Noooo siiii si vinieron unos jóvenes el sábado y le regalaron a mi hijita una muñeca y una tortuga de peluche.
Aaaahhhh! Siiiii! Ahora me acuerdo, dijo la Sra. Ana (Hortensia). Claro.
Vino una señorita muy bonita con dos jóvenes y nos trajeron cosas de comida y me dijo que me iba a mandar pañales pá mi viejo. Si si. Ahora me acuerdo.
Hecho!!
Apareció ahora
un nieto de Ana que me acompañó a la camioneta
con una linterna y descargamos de allí bolsas preparadas de víveres surtidos,
confores, agua en botellas, toallas nuevas, ropa de cama y….los pañales para
adultos prometidos por Kitty.
FIN