28 julio 2019

Relatos








   Posa sobre la cama, a los pies, un paquete envuelto en papel de regalo de sobrio color blanco grisaceo del tamaño de un block de dibujo H10 y de un espesor de como dos dedos  amarrado por una cinta ancha de hermoso color azul que se corona con un gran rosón simetrico, perfecto.

   Se mueve alrededor de la cama tratando de posicionar un teléfono celular que debe aparentemente  obtener un campo de  vision  que me incluya ampliamente.  Lo logra en  el borde  acomodando el artefacto con almohadones.
Ya! me indica. Puedes abrirlo.

   Completamente sorprendido dejo de leer en lo que estoy  y miro el celular  en el que se  proyecta la imagen de  mi hija Yelita en su casa a mas de 800 kms de distancia. Se dirige a mi explicándome que se trata de un regalo que debió haberme llegado hace como un mes y medio pero que, bueno, igual es valioso ahora.  Ya!. me dijo. Abrelo!

   Fijo  la mirada  en ese papel de regalo y con delicadeza tomo el  enigmático paquete y con sumo cuidado y nerviosa incredulidad lo acerco a mi regazo para proceder a desnudarlo. Retiro la cintazul  con intención de guardarla  por hermosa y luego con menos respeto rasgo el papel para descubrir una caja plana de madera de Laurel como aquella en la que conservo mis lápices  de colores y carboncillos.
   
   El público que me observa en esta operación de desentrañamiento es: mi hija Kitty,  encargada de montar el show; Lorenzo mi nieto que goza como el niño que es y  muy curioso por el desenlace  también desconocido por él y  Yelica, mi mujer, recostada a mi lado tejiendo un chaleco azul  que me enteraré mucho después que es para mi. Desde Santiago mi hija Yelita a través del celular también ansiosa observa presente.
   Nadie dice nada. Se notan todos inquietos  por que  llegue  ya al final.
   Tomo la caja , desarticulo sus broches  y la abro.




   Su interior esta forrado en una tela similar a cuero negro y los vértices perimetrales del fondo disimulados por un fino cordelillo de seda negra que le aportan los detalles para un rango de costosidad y elegancia.

   El contenido es un libro. Como esos como álbumes . 
De tapa dura  color blanco asoleado que constitute el fondo de una imagen contratante que es  una locomotora estacionada humeando  de frente en el vértice inferior derecho. 

   Con letra de estilo, cursiva negrita  el titulo arriba al medio: “Relatos” Estacion 63. El autor: Ovadsug Noredlac.

   Me quedo pegado a la imagen. 
   Me duele por contraída la garganta. 
   Se me nubla la vista con lagrimas que brotan espontáneas  y que tengo que secar con la camisa para intentar leer su contenido. 

   En la primera hoja las dedicatorias son cuatro. Una de cada una  de mis cuatro hijas y  cada una con su particular reconocible poesía.
   No puedo seguir leyendo. Me incorporo y me alejo raudo a una habitación cercana para poder liberar el emocionado sollozo que necesito  expresar en la intimidad  solitaria.  Paso al baño a lavarme la cara, me miro al espejo y me descubrí aun emocionado. Vuelvo al dormitorio de la magia.
   Retomo mi posición y el libro en mis manos.
   “Relatos”. Relatos muchos que reconozco evidentemente mios  y escritos muchos hace ya muchos años. Cada uno impreso con una diagramacion moderna  muy hermosa y para cada uno una imagen seleccionada con arte que resume icónicamente el contenido de cada texto. Este diseño, este colorido, este estilo son  inmediatamente reconocidos: mi hermano Pato. ¿como no?. Mi hermano Pato.
   La emoción no me abandonaba y nuevamente se me apreta la musculatura de la garganta y se me nubla la vista.
   Mis escritos , tantos de ellos,  han sido recopilados en mi total ignorancia  y son ahora el contenido magistralmente impreso en papel cuché y  a todo color  de un libro que se  constituye así en una obra literaria que me hace sentir fantasiosamente como un verdadero escritor publicante y en eventual condicion de  llegar a  muchos seriamente interesados en descubrir mi escritura.  Es una fantasía que se me revela  palpable en ese tan extraño libro de relatos cuyo autor existe solo en el mas recóndito secreto de  mi imaginería.

   Que delicadeza haber tomado  mis elucubraciones  de vida compiladas en palabras y haberlas convertido materialmente en un precioso libro. 
   Ejemplar   único  e irreproducible que da fe de mi existencia y que traduce encriptado el amor que profeso por cada uno de los que me rodean lo  que constituye finalmente ...
mi vida misma.

Gracias amores todos por este precioso regalo.
Gracias querido hermano.







07 julio 2019

Lalo


1981, ABRIL.
Entraba yo con mi blanco delantal por primera vez al hospital de Copiapó
Adelante doctor.  Este es su primer día de trabajo como medico y entiendo que esté nervioso. Es normal.
Tranquilo doctor.
Lo recibirá y le orientará el doctor Germany como su tutor: 


1983, ABRIL
Tengo ya dos años de ejercicio de la profesión y me siento absolutamente cómodo y seguro en de mis acciones.
Dia de turno. Desde hace rato,  solo, como era lo habitual.  
Trabajar era la entretención. Trabajar en equipo era mejor.
Por el gusto de hacer equipo tantas veces nuevamente el  turno como al principio: Germany y yo.

2019, JULIO.
Han pasado 38 años.
Caminos distintos. Especialidades diferentes.
Ayer lo vi. Vino a mi consulta y me dijo: “ échame una miradita compadrito mira  que hace días que ando con esta tontera”.
La eco, la radiografia  y la indicación: anda altiro a que te hospitalicen y te operen…. ¿está claro verdad Eduardo?

Está herida mi alma.
Siento dolor. Decepcion. Llanto. 

Hoy se apagó la vida de mi amigo Eduardo Germany Navalon.
Quedan indemnes en mi recuerdo y en mi ser 
todo cuando me compartió sin mezquindad 
ese abril en el que empecé 
y que permitió mi primer andar en esta profesión.

No quiero despedirlo porque no se irá.
Solo a su cuerpo dejaremos de ver.



Siempre







La tarde gris terminó.
En mi mente el temporal de imágenes y ficticias situaciones 
se interrumpió cuando, de pronto, 
un puntito de luz que se coló por la ventana 
rebotó en el piso de tablas 
en el mismo lugar en que se había adherido mi mirada.

Cambió el temporal. 
Llegaron la brisa y el rocío fino del mar a mi cara 
y el sol y el calor de la arena blanca y fina  a mi entorno.

En mi ser  la congoja viró hacia  alegría  
y  se llenó mi animo de energía 
y mi musculatura de tono  
y mi rostro de sonrisa.

El aire llenó mis pulmones 
y lo sentí difundir hasta la punta de mis dedos.
Busqué rápido mi diario virtual para volcar  allí 
la emoción que me embarga
y que quiero  retener para que sea eterna.

Volverán  tardes grises. Lo se.
Que mas quisiera que no.

Pero  buscaré cada vez a esa luz
que colada como rayo  por mi ventana
encontrará mi mirada  y mas que eso
mi alma.


Av. Recoleta

  i pasó por la vereda de enfrente. Creo que me miró. Creo. Quizá    solo lo imaginé porque s iguió sin voltearse. No enlenteció su paso. i ...