Posa sobre la cama, a los pies, un paquete envuelto en papel de regalo de sobrio color blanco grisaceo del tamaño de un block de dibujo H10 y de un espesor de como dos dedos amarrado por una cinta ancha de hermoso color azul que se corona con un gran rosón simetrico, perfecto.
Se mueve alrededor de la cama tratando de posicionar un teléfono celular que debe aparentemente obtener un campo de vision que me incluya ampliamente. Lo logra en el borde acomodando el artefacto con almohadones.
Ya! me indica. Puedes abrirlo.
Completamente sorprendido dejo de leer en lo que estoy y miro el celular en el que se proyecta la imagen de mi hija Yelita en su casa a mas de 800 kms de distancia. Se dirige a mi explicándome que se trata de un regalo que debió haberme llegado hace como un mes y medio pero que, bueno, igual es valioso ahora. Ya!. me dijo. Abrelo!
Fijo la mirada en ese papel de regalo y con delicadeza tomo el enigmático paquete y con sumo cuidado y nerviosa incredulidad lo acerco a mi regazo para proceder a desnudarlo. Retiro la cintazul con intención de guardarla por hermosa y luego con menos respeto rasgo el papel para descubrir una caja plana de madera de Laurel como aquella en la que conservo mis lápices de colores y carboncillos.
El público que me observa en esta operación de desentrañamiento es: mi hija Kitty, encargada de montar el show; Lorenzo mi nieto que goza como el niño que es y muy curioso por el desenlace también desconocido por él y Yelica, mi mujer, recostada a mi lado tejiendo un chaleco azul que me enteraré mucho después que es para mi. Desde Santiago mi hija Yelita a través del celular también ansiosa observa presente.
Nadie dice nada. Se notan todos inquietos por que llegue ya al final.
Tomo la caja , desarticulo sus broches y la abro.
Su interior esta forrado en una tela similar a cuero negro y los vértices perimetrales del fondo disimulados por un fino cordelillo de seda negra que le aportan los detalles para un rango de costosidad y elegancia.
El contenido es un libro. Como esos como álbumes .
De tapa dura color blanco asoleado que constitute el fondo de una imagen contratante que es una locomotora estacionada humeando de frente en el vértice inferior derecho.
Con letra de estilo, cursiva negrita el titulo arriba al medio: “Relatos” Estacion 63. El autor: Ovadsug Noredlac.
Me quedo pegado a la imagen.
Me duele por contraída la garganta.
Se me nubla la vista con lagrimas que brotan espontáneas y que tengo que secar con la camisa para intentar leer su contenido.
En la primera hoja las dedicatorias son cuatro. Una de cada una de mis cuatro hijas y cada una con su particular reconocible poesía.
No puedo seguir leyendo. Me incorporo y me alejo raudo a una habitación cercana para poder liberar el emocionado sollozo que necesito expresar en la intimidad solitaria. Paso al baño a lavarme la cara, me miro al espejo y me descubrí aun emocionado. Vuelvo al dormitorio de la magia.
Retomo mi posición y el libro en mis manos.
“Relatos”. Relatos muchos que reconozco evidentemente mios y escritos muchos hace ya muchos años. Cada uno impreso con una diagramacion moderna muy hermosa y para cada uno una imagen seleccionada con arte que resume icónicamente el contenido de cada texto. Este diseño, este colorido, este estilo son inmediatamente reconocidos: mi hermano Pato. ¿como no?. Mi hermano Pato.
La emoción no me abandonaba y nuevamente se me apreta la musculatura de la garganta y se me nubla la vista.
Mis escritos , tantos de ellos, han sido recopilados en mi total ignorancia y son ahora el contenido magistralmente impreso en papel cuché y a todo color de un libro que se constituye así en una obra literaria que me hace sentir fantasiosamente como un verdadero escritor publicante y en eventual condicion de llegar a muchos seriamente interesados en descubrir mi escritura. Es una fantasía que se me revela palpable en ese tan extraño libro de relatos cuyo autor existe solo en el mas recóndito secreto de mi imaginería.
Que delicadeza haber tomado mis elucubraciones de vida compiladas en palabras y haberlas convertido materialmente en un precioso libro.
Ejemplar único e irreproducible que da fe de mi existencia y que traduce encriptado el amor que profeso por cada uno de los que me rodean lo que constituye finalmente ...
mi vida misma.
Gracias amores todos por este precioso regalo.
Gracias querido hermano.