30 diciembre 2017

Punto ciego


Hay puntos ciegos en la ciudad.

37

En espacios terrosos muy irregulares  configurados  espontáneos entre viviendas básicas municipales  brotan, sin agua, habitáculos de materiales  desechados reciclados como casuchas indignas amontonadas.

Cubículos residenciales con muros que son muestrarios de maderas y aglomerados  cercados con mallas raschel azulinegras y calaminas y otros trozos de zinc aplanados.

No son  “Villas” ; son  “Tomas”.
No se ven desde las calles trazadas; hay que buscarlas entre intersticios.
No están catastradas y sus numeraciones son del 1 en adelante mientras las del perímetro comienzan en el 1000.


Un hombre con una joven acompañante llevaban rato deambulando entre esos  recovecos buscando una casa. La 37.
 El sol perpetuo del norte  había desteñido por completo los  números blancos pintados a mano sobre las tablas de portones y puertas  de las entradas a los sitios.
Estaban frente a un portal mal hecho que daba paso a  un antepasillo estrecho  polvoriento y reseco, espacio de vivir de dos perros chicos bulliciosos: uno de raza indefinida y otro claramente terrier enano de pelo duro.

Una mujer   salía apurada.  Se veía impaciente. Esperaba   Que llegara con lo encargado  su hijo mayor, el de ocho años, que había sido enviado por primera vez  solo,    a comprar al negocio del barrio , dos cuadras mas abajo . 

Nos puede Ud. ayudar a encontrar  la casa 37  señora?  le dijo la joven  acompañante con evidentes signos de estar ya cansada de recorrer a tientas.

Sorprendida por la pregunta y desconfiada apuntó con la mano la suya.  Es esta, la mía.  

“Quiero de regalo una cena navideña  para mi  y mis hijos”   dijo el hombre mirándola fijamente a la cara, esperando su reacción.

Absolutamente sorprendida  no podía  entender como ese extraño sabía de esa frase pronunciada  por ella días atrás en el seno de sus piezas.

Pusieron  en sus manos una  caja grande  que contenía una exquisita y completa cena navideña  para cuatro. Le entregaron ademas tres paquetes de regalo: uno para un bebé, uno con un juguete para un varoncito de tres años y otro , un balón de futbol de 32 cascos , para el de ocho.
Ella lloraba de emoción sin decir nada. No podía creer lo que le pasaba.


Esos puntos ciegos dentro de la ciudad  no lo fueron  tanto esta navidad  para la casa 37.




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