Había allí una ola inmensa cuando miraba desde aquí, igual que hoy, a mis ocho años .
Ahora
no.
Es
apenas un rollo de espuma que avanza sobre
el agua y se extingue a mis pies en la
arena sedienta que espera para secarla.
Al
fondo , esa línea imperceptiblemente curva del final de la visión del mar, era ayer la marca del principio del
infinito y tras el otro infinito igual al fondo del cual seres míticos alados y de
fuego amenazantes protegían un pasaje cilíndrico
luminoso hacia un
tercer infinito aún más grande.
Ahora
no.
Es
apenas una imagen lógicamente compuesta por el límite de lo que se
ve , sin más, tras lo cual otras frías realidades
similares a las mías a mis vecinas se desarrollan y
expresan y ríen y lloran.
Me
he quedado sin embargo (en secreto ) con
la visión del tercer infinito de ayer aunque
ahora reemplazados los monstruos por seres humanos en actuar cotidiano impidiéndome el avanzar hacia ese espacio - estado de felicidad permanente que debería estar
repleto de seres danzantes desnudos y exultantes .
Esa
ola pequeña que veo la imagino precursora de una inmensa que viene
y nos arrastrará con violencia y nos hará desaparecer en un santiamén. Imagino
que si este mar corcoveara de
pronto porque la tierra irritada por el humo ajeno tosiera, arrasaría así con todo y todos los apostados
en sus orillas en segundos. También conmigo ahora que solo miro e imagino.
Es
un desafío temerario caminar en su orilla.
Probablemente a mis ocho años
hubiera estado aterrado.
Ahora
no.
Miro
el fondo compuesto por esa raya semicurva
que divide lo de abajo, el agua y
sus profundidades inexploradas, frías y peligrosas de lo de arriba, el cielo interminable, majestuoso
e inalcanzable.
Queda mi vista pegoteada en el azulgris de ese
infinito.
De
soslayo aprecio gaviotas que jugando su
vida se elevan y clavan en picadas. Salen del agua con su comida aún viva en el pico y se elevan nuevamente aleteando torpes rumbo a la playa
donde las esperan quienes intentarán
arrebatarles sus vivos trofeos.
No son gaviotas; son humanos imagino y creo y me hace sentido.
Más
lejos pero aun previo al final de mi mirada, las nubes se ordenan desordenadas.
La
visión desenfocada.
No hay objeto.
Hay mucho
más que eso.
Voy
descubriendo el hipotético pasadizo hacia mi cuento y su tercer infinito. En crisis de ausencia respecto de mi entorno inmediato me veo
transitando hacia ello.
Me
veo de pronto luchando en desventaja contra
un ciclope enorme, grueso,
musculoso y con piel de escamas ásperas y filosas. Fuerte y poderoso pero lento. Lo veo acompañado en complicidad de una gorgona con muchos brazos y con serpientes delgadas como cabellos y uñas que son garras y ojos y
labios verdes igual que su cuerpo. Peligrosa, eléctrica, babosa.
Intentan
intimidarme, impedirme el paso que yo reclamo con rabia y violencia como propio.
En
mi batalla siento miedo pero simultanea sensación de triunfo. Se soy más rápido
que el ciclope poderoso y que las muchas manos de la Gorgona resbalosa,
caricatura de mis cuentos de niño.
Quiero
llegar e ese tercer espacio que sé corresponde a un paraíso emocional. Estoy a
poco . Ya casi llego.
Es
un lugar en donde se hacen realidad los ensueños y los cuentos inventados de
imposibles terrenales.
Es un espacio en el que habitan solo las manifestaciones de
emoción, de sensibilidad, de exultación.
Espacio de música imaginada, de creación
de colores y de formas , de conversaciones interminables, de vinos, de tés.
De caricias de piel y de mucosas.
Espacio intemporal; sin recreos. Nirvana
consumado y permanente en donde no hay recesos para comer ni para dormir. En donde nadie llamará, nadie requerirá.
Nadie ni nada interrumpirá.
No hay hora. No hay tiempo. Hay solo un “estado de ser”.
La
brisa es cálida, agradable. El aroma es fresco. La sensación de bienestar, de sonreír es estable.
Escucho
una voz fuerte que me trae abruptamente al primer plano. Mi vista nuevamente en las gaviotas jugando, en la ola
extinta a mis pies, en mis acompañantes reales.
Mi ser puesto nuevamente en el contexto.
En el espacio tiempo que se llama realidad. (?)
Hermosa
realidad pero menos que la de mi tercer infinito.
1 comentario:
Si la paradoja lo permite y los infinitos son infinitos imagina el cuarto o el duodecimo!! Sobre las crisis de ausencia... No somos muchos los privilegiados.
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