24 mayo 2015

Banca frente al mar

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Escucho, parcialmente ensordecido por el sonido potente del mar de fondo,
una invitación susurrada, venida en olas, clara y seductora.

Deja de correr! Deja! Es solo un momento! Detente! Siéntate!

Frente a la inmensidad del mar una banca solitaria, limpia, amplia me espera. Lo se.
Me siento a  contemplar la inmensidad.
Atrás , a espaldas, queda todo.
Todo. 


Los autos, los relojes, los compromisos, la gente caminando, los conocidos y los desconocidos, los horarios, los apuros, las cuentas, las llamadas, las respuestas mundanas, la bulla, los gritos, la música que no escuchamos, las luces, las sombras que no creamos, nuestra propia sombra.

Desechados tras nuestro cuerpo, las vergüenzas, las inhibiciones, los prejuicios, los imposibles, las dificultades, los escollos, las esperas, las  mentiras, las justificaciones.

Todo lo que pueda dejar. Todo lo que queramos dejar. Atrás.

Al frente,   el Todo, callado, esperando quizá  que nos demos cuenta de su inevitable preponderancia.

Aceptada ya la imaginada invitación, me siento frente al mar, frente al horizonte, frente al inimaginable  más allá, frente a la inmensidad …… a contemplar. Me entrego a ese  momento íntimo de reflexión.


El viento ha formado frente a mí, casi al borde del mar, una  blanca ola espumosa a la que ha llevado a estrellarse graciosamente contra una tozuda roca gris inmóvil inoportuna tras lo cual se ha desintegrado en millones de gotas que se han incorporado a la brisa resultante y llegan así  a mi cara, como una cariñosa bofetada fresca, húmeda y estimulante.

La permanente intensidad del viento en la cara  hace perceptible la acción de respirar  que  disfruto. 

Voy siguiendo el recorrido del aire inspirado  hasta su último posicionamiento celular. Se constituye entonces en un mantra la respiración y en un placer su iterar.

El mar, el inmenso mar. La certeza de un Yo tan pequeño frente a él.
El mar. El inmenso mar. El horizonte final que  sé que no es tal. Que sigue más allá. Más allá de lo que ahora yo puedo ver.
Mi vida allí. Mi ser.  La emoción de ser.

Se empiezan a confundir excitantemente los conceptos.
Siento también que es más  y mucho más mi ser de lo que se puede ver. Es mucho más de lo que muestro ser. Es mucho más de lo que  puedo ser.
Mi ser y el mar y su infinita extensión. Y luego, tras un silencio en el pensar, un más profundo sentir.
Es mi ser mayor en su extensión que el mismísimo mar. Más allá puedo yo llegar que lo puramente material y visible.

Es mi horizonte no horizontal. Es cuatridimensional.

Me nace una certeza y una sensación de plenitud, de  grandiosidad.
Y miro en actitud de “ausencia epileptoide”  el final de la imagen de mar.
La ola espumosa queda  prácticamente a mi detrás y en ese infinito logrado incorpóreo yo frente al concepto del ser y del querer.
Yo frente a la visión de inmensidad en un tratar de entender psicótico que esta allí mi propio ser contenido en un no espacio compuesto además por infinitas otras inmensidades que me  atraviesan  y me tocan o no me tocan y me constituyen  o me ignoran.

El resumen básico volcado en la emoción de propiedad:  Yo, integrante del este infinito universo soy, ante y para él,  tan importante como yo ahora soy capaz de declarar. Según ello orientare mis sentidos y mi búsqueda y mi andar.

Allá, al fondo de la visión, allá donde me veo solo y libre de toda presión y obligación y condición y responsabilidad, encuentro una respuesta encriptada  que me traigo para descifrar.

Como si hubiese sido solo  un ictus vuelve entrecortado  mi pensamiento a la realidad. Realidad que  se trata de imponer a la ensoñación; que quiere recuperarme en la razón.
Mi cuerpo sentado frente al mar. [gca1] Reaparece la ola espumosa; la roca rompiente.

El tiempo se ha agotado y yo  su esclavo obediente nuevamente protagonista.

Infausto lucho por recuperar la humedad del mar para respirar y rellevar a mi corporalidad esa sensación de inmensidad recién perdida. Desde allí sé puedo extraer los secretos para encontrar el verdadero sendero a recorrer en lo que me resta del camino terrenal.

Escribo a partir de la imagen que me llega  y en eso quiero plasmar la comunión entre lo que se ve, se siente y se puede expresar.
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2 comentarios:

kitty dijo...

Te amo :)

Angelica dijo...

EscalaTécnica, Retorno, Tercer infinito,Banca frente al mar etc etc etc.Diferentes tópicos,diferentes motivaciones que describen a un hombre multifacético,con formación científica,dueño de un corazón que se conmueve,que camina porla vida con el acicate permanente de la meditación,de labúsqueda constante de su ser espiritual,tus publicaciones hablan de una persona cuyo motor no es lo material solamente,buscador incansable de emociones, que no se deja atrapar por el tráfago de la vida ,de los horarios, compromisos etc como lo expresas en Banca frente al mar,que se deja un espacio para buscar el sentido de la existencia,un alma indomable que ama su libertad de sentir,que no transa la búsqueda delSer por el Tener,que trata de sustraerse de la inclinación inherente al hedonismo ligado a lo material. Gustavo, ser consciente de la emociones es un regalo,Poseer el talento de expresarlas,es un privilegio.Tu privilegio. Mi privilegio es contar con tu amistad ,mi regalo es tu confianza para permitir adentrarme en tus reflexiones y deleitarme con tu bella pluma ,fina prosa y atractivo ritmo poético. Gracias por compartir !!!

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