Confinado así, en el espacio que reconozco como guarida de mi corporalidad y albergue de mi ser espiritual, estoy grato.
Voy a meditar con los ojos abiertos respecto de cómo debo emplear este tiempo para crecer.
Voy a observar que cosas de las que no he hecho debería hacer y cuál primero y cuál después.
Me entristecerá enormemente el enterarme que son varias las actividades posibles y que no he realizado en tiempos de “normalidad”. Y me afecta así porque siento haber perdido un tiempo vital.
Definiré primero un momento exclusivo para mi, asegurándome privacidad total, sin posibilidad de ser interrumpido y sin premura,.
Buscaré entonces así respuesta a todo aquello que hasta ayer pude haber considerado insustancial y esnob.
¿cual es mi verdadero rol en este lugar que ocupo (en el mundo) y en el que estoy?
¿quien soy efectivamente para quienes me rodean?
¿soy acaso el que deseo ser?
¿soy realmente feliz haciendo lo que hago y así hasta hoy?
¿puedo formular cambios en mi vivir que me acerquen mas directamente a esa felicidad?
¿puedo hacer más felices a los que quiero y que están en mi entorno?
¿Es el dinero para mi un carcelero de mi vivir?
¿Puedo alejarme de él?
¿cuanto tiempo de vida realmente me queda?
¿será suficiente para alcanzar a realizar todo aquello que deseo hacer?
Creo que para empezar a conversar seriamente conmigo mismo estas son suficientes interrogantes que ocuparán un no tan breve tiempo para esbozar contestaciones.
Ya mañana me veré ejercitando algo de lo que me pude proponer.
Y desde ya agradezco la oportunidad que se me ha brindado para buscar e intentar encontrar aquella parte de mi que es la no instrumental , la impellejada, la invisible, la que puede o no ser feliz.
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