16 mayo 2021

Una breve caminata dominical

 



















Y enfilé caminando hacia el fondo del patio. 


La caminata no puede ser ahora fuera de casa a causa de la pandemia y de la cuarentena que debemos respetar.

Fui lentamente caminando, conversando conmigo mismo en el silencio de mi pensar mirando detenidamente cada planta de las que aún se erigen resistiéndose al otoño que ya empezó.


Llegué al final del patio, al tunal que me separa del fondo del del vecino y volteé.


A mitad del trayecto andado me había detenido a la vera de la casa gigante de muñecas construida para mi primera nieta que tiene ya 15 tiernos abriles.


Cada tabla de esa construcción se me representó como cada año pasado desde el día aquel de su construcción.  Desde cuando ella entraba jugando a cocinar con las miniaturas de utensilios que entonces eran de su escala. 

La pequeña puerta entreabierta dejó salir todos esos momentos en los que la vi convertida en miniatura de dueña de casa y me vi a mi entrando apretado invitado a degustar de sus platos deliciosos con alimentos de plástico.


Ignacita! …Amor! …Estás adentro? …me pensé preguntando.

Evidentemente ya no, tristemente me contesté pensando.


Pestañé y seguí caminando con la lentitud que necesitaba para detener la mirada en  la esencia de cada planta, de cada hoja, de cada rama, de cada flor. 


Arriba las copas de los arboles altos se mecían suaves provocando un oscilante sonido  y sus ramas  rasguñaban el cielo  dándole  forma entretenida a las  escasas nubes  blancas que complacientes se dejaban deformar e iban pasando.

Había visto recién el documental (hoy famoso) del asilo de ancianos escudriñado por el “agente topo” y quedé, hasta ahora, con el sabor amargo del reconocer que muchos seres lindos terminan su vivir allí y así y me parece terrible.   

Terminar en un lugar así que si bien puede estar muy bien adecuado está, pese a todo,   lejísimos de toda la historia de la  vida de aquellos y todo lo material  allí está, si bien disponible,  es totalmente desconocido y carente del calor de sus historias de vida.  Es decir:  un sitio lleno de vacío y eso es terrible.


Siento que ellos deben sentir lo que yo cuando…

Me llegan como ráfagas los recuerdos de aquella vez cuando pequeño que me sentí extraviado y solo en un parque de diversiones que había llegado a la ciudad y al que me habían llevado como premio por mi conducta ejemplar. 

Recuerdo en la garganta y en el pecho la angustia y siento que todavía lloro por verme solo en el mundo si bien rodeado de miles de seres sonrientes y desconocidos mirando a todos lados menos a mi   y yo con la visión   mareada en el tiovivo por el que había ido pero desde el que no podía encontrar la imagen de quien de la mano me había llevado y que era papá.

Se había convertido en castigo que me llevaran allá.

.

Lo del documental., el asilo aquel, pareció entonces estar muy lejos para mi, de nosotros.

Pero ahora siento que no. 

No siento realmente que esté así de tan lejos.

Y no digo que esté pensando que mi final será en un lugar como la casa de “reposo” aquella sino solo digo que no está ya lejos el día, el año en el que calificaré como dentro de la cuarta, o la quinta o la “ultima” edad como para poder ser aceptado en una institución igual si es que hipotéticamente me postularan. 

Pero no lo harán.

(¡Creo!)


En veinte años mas tendré ochenta y cuatro. 

Muchos de los vejestorios que vi en el film tenían esos tantos   y ya estaban allí.

Hace veinte años atrás tenia cuarenta y cuatro me prometí entonces cambiar fundamentalmente el rumbo de mi existir y no me cumplí.


Y si esos veinte pasaron asi de veloz  

¿porqué debo suponer que los que se vienen no se den igual? 


Y bueno pues, me digo mientras observo una fila de hormigas que he descubierto enfilando hacia no se adónde desde la taza del plátano que no quiere crecer pese al riego y reparo en que una de ellas cargaba en su espalda a otra y aparentemente difunta.  Y como si nada.

Eso amargó aun más la rara sensación que llevaba en el pecho y en la garganta.

Es la muerte un temazo. 

El evento cúlmine que nos llegará transversal e indefectiblemente a cada uno de nosotros y es el evento al cual de ordinario le tenemos Terror. 

Sin embargo (reparo y   digo) es algo que le ocurre al cuerpo (¿solo al cuerpo?) en menos de un segundo y solo por una única vez.

¿porque tanto miedo entonces?


En tanto y por otro lado, es la vida misma la que me permite ahora estar entre las tunas y las hormigas observando, pensando y disfrutando del hacerlo. Y es que esta vida ocurre todos los días replicada en cada hora, en cada  minuto, en cada  segundo. 


¿porque aplicarme a resolver el misterio de la muerte si tengo la titánica tarea de resolver el de la vida?


Si estoy de pasada en este planeta, me pregunto siempre y ahora otra vez:

¿que debo lógicamente hacer para justificarlo? 

¿que se supone es lo que debemos hacer?

¿que debo recolectar en este periplo para llevármelo al “mas allá” cuando me deba ir?


Esta más que claro que nada material está permitido en el embalaje de ese anunciado viaje. 

Claramente todo lo material obtenido deberá quedarse.

Deseo sea amorosamente compartido entre todos aquellos en los que se deba minimizar la desigualdad que por error social les afecta y a sus proles.


Que tontera esto de reparar en las hormigas.


Cambio la orientación de mi mirada al tunal al que ya había llegado y me asiste la certeza que no es fácil reordenar lo acopiado durante tantos años si no fue estructurada su incorporación con un sentido claro de futuro.  

Futuro en el que siento ahora ya me hallo.

¿Y como podría deshacer lo hilvanado si no fue hecho pensando en función de dejarlo algún día?

Y es que lo pienso ahora.

Tendré por tanto que trabajar en esto. 

Es necesario hacerlo.  


Quiero mañana volver al tunal a mirar mi pasado, 

 a disfrutar del momento en este mi rincón privado del planeta que hasta hoy me resultaba desconocido y a soñar con el mañana inmediato que me reclama y porque está emprendiendo el viaje y lo hará esté o no  yo embarcado.


Mañana es lunes. 

Trabajo.

Ohhhh! Noooo!  que desagradable reconexión con la realidad.

Al menos he logrado ver, en esta breve caminata dominical lo que deberá (debería) ser mi posicionamiento fundamental.

Incorporar uno y rápido dos y luego tres y cuatro y cinco días más a este andar por los espacios en los que encuentro al ser que deseo ser.


Mañana será un gran día.



FIN



LA PINTA


 


La mejor pinta porque es domingo.



Es el dia que he elegido (ahora ya de viejo) para ir a encontrarme conmigo mismo y hablarme de lo que hice durante la semana que está terminando  y evaluar  con mi conciencia si me  he cumplido  lo ayer prometido.






Tome para mi pinta dominguera una de entre las sugerencias de vestuarios estilosos   que llegaron hoy en la mañana a mi buzón y que me pareció me sentaría.

Me vestí con ello, me acomodé el lindo pañuelo del conjunto en mi cuello y me miré al espejo largamente hasta que desapareció mi imagen del vidrio.


Caminé por mis calles , mire la gente pasar, escuché sus cantos y lamentos, reparé en los niños, miré el cielo y los árboles y los cerros y los colibríes flotando cerca de la plantación de aloes en la rivera del río.

Llegué finalmente donde mi mismo y tras la larga y esperada tertulia ya estoy de regreso.


Reporto que he reafirmado que soy consciente de haber errado

por haber - entre otras cosas por ejemplo -

expresado  menos de lo que debí  el amor que sentí  hacia quienes aun amo.


Dedicaré la semana que empieza mañana a enmendarlo. 


A esta hora veo  como  tantos de mis coetáneos   regresan de sus propias caminatas con sus mejores pintas y con una sonrisa dibujada en los labios  tras haber encontrado sin dudas la  cuota feliz de superación  que buscaron.


Entro a casa a través de la puerta;  me veo sentado en el sillón meditador  y me fundo en mi mismo.


Suspiro profundo y abro los ojos.

Termino el dibujo.

Lo envío al espacio en el que habitan los que amo para que se sepa que he cumplido.





09 mayo 2021

Día de la madre ¿día?




Me pondré nuevamente la misma vieja pilcha raída   pero dominguera  para salir a encontrarme conmigo y así, con el cuidado y la pulcritud que  merece mi ser, por lo menos de mi.
Día de la introspección  ya habitual.
Antes de salir he preparado una bandeja en la que llevo un tazón con té de hojas calientito,  un pastel con forma de corazón y una tarjeta manuscrita.


Es que hoy lo primero que haré es llevar esta mínima y pobre expresión de tributo  a quien dio todo su ser para hacerme existir y con su luz dirigió mi andar para que llegara a ser el que soy.

Me he asomado a la ventana y he mirado hacia el cielo transparente  
más allá del cual se que está    mirándome eternamente velando mis sueños  y mi andar.

Le dicen mis pensamientos:
“Si ves que pese a los años que han pasado te sigo llorando al recordarte es porque me alegra hasta ese llanto el  saberte conmigo en cada uno de mis respiros.”


Av. Recoleta

  i pasó por la vereda de enfrente. Creo que me miró. Creo. Quizá    solo lo imaginé porque s iguió sin voltearse. No enlenteció su paso. i ...