Cierro los ojos e inspiro tan profundo como puedo y tantas veces hasta sentir que estoy plenamente conmigo mismo.
Los abro y camino lento, muy lento. Al aire libre admiro el paisaje y mi entorno inmediato.
Me detengo a poco andar para acercar la mirada a una flor que siento claramente me llama con su color.
Pequeña y fresca despliega su hermosura en un rincón casi invisible de un área común y ordinaria.
La congelo entre mis imágenes memorizadas y escucho me dice que se ha cumplido el motivo de su existencia. (?) Que ya con que alguien la haya descubierto y admirado y que haya provocado en el la emoción del comprender la esencia el existir... puede entonces marchitarse.
La visión me hace sentir como un viviente mínimo y transitorio e irrelevante ante la inmensidad de lo diminuto y microscópico que con asombro descubro pese a haber estado siempre ante mis ojos.
Para contrastar mi visión miro al cielo y veo el color del infinito. Color de fondo sobre el cual flota sin aletear un enorme huairao que luego descansara en la ribera de la laguna que bordeo y que espeja para mi (y para todos) el mismo cielo.
Aun mas mínimo y transitorio e irrelevante me compruebo.
que no esconde su hermosura
para quien se permita recorrerlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario