La rada adormecida se recoge.
Cesa el viento y se arropan con nubes los botes que se aprontan a dormir mientras se van encendiendo los espantacucos de la ciudad que alcanzan el agua espejada.
Miro desde el cerro mientras cavilo la imagen dormida.
Entrecierro los ojos y escucho ese silencio.
Pienso en todos y me veo caminando sobre el espejo de agua para embarcar en el pequeño pirata que me llevará a soñar con la noche de mar.
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