El mar se introduce en tierra en largas prolongaciones digitigormes
hacia donde el agua llega calma
burlando al viento del mar adentro.
Descansan las barcas durmiendo
maquilladas impecables
y duerme así la tarde
resguardada desde el aire
por abstemios albatroces y pilpirenes.
No puedo sino mirar callado
y emborracharme despacio
hasta que la luz del día se caiga en la línea del fondo.
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