Una bofetada fría, violenta, instantáneamente descompuso mi estado , quebró mi habla y retuvo mi llanto.
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Era 1980 y empezaba mi vida laboral en lo que era el comenzar de la realización del sueño de toda mi vida.
Llegaba a Copiapó, ciudad hasta entonces desconocida, alejándome de todos los míos para iniciar mi vida laboral, independiente definitivamente del seno paterno.
Absolutamente independiente se iniciaba la concreción de mi sueño.
Varios como yo llegaron pocos antes, con el mismo afán.
Incorporé entonces entusiasmado como amigos nuevos a algunos de estos jóvenes colegas que también como yo llegaban a iniciar el sueño de ser médicos.
Hospital Regional de Copiapo. Horario completo. Turnos de urgencia. Iguales.
A poco andar iniciaba gozosamente la forja de mi patrimonio.
Se genero espontaneamente un grupo de tres incipientes doctores amistosa e informalmente asociados que crearon orgullosos un mínimo primer centro medico para atender privadamente en especialidades groseramente definidas según sus nuevos sueños de especialidades.
Yo desde siempre soñé con ser obstetra y así definí mi consulta.
JC eligió la medicina general con cierta inclinación a los viejitos y a los pulmones y
H se definió como traumatologo que era lo que queria.
Arrendamos una hermosa casa esquina muy central , amplia, con suficientes habitaciones para cada consulta y sala de espera e incluso un laboratorio clínico que se nos unió también en sus inicios.
Pocos años después nos separábamos para irnos cada uno a las especializaciones que había soñado si bien la mia varió desde la obstetricia hacia la radiología por lindas razones que celebro.
De vueltas en Copiapó, en diferentes tiempos, nos volvimos a relacionar orgullosos desde nuestras flamantes especialidades aportando plenos a la ciudad que habíamos adoptado como aquella a la que nos íbamos a entregar laboralmente.
Fui creciendo como persona y como profesional y en ese crecimiento siempre estuvieron también estos colegamigos.
Mi casa, mis enseres, mis hobbies fueron compartidos en gran medida.
Nacieron mis hijos y jugaron como pares con los hijos de estos pares mios.
Y estos hijos nuestros fueron creciendo y lentamente se fueron distanciando
y mientras nosotros fuimos lentamente envejeciendo tambien nos fuimos alejado
o por razones laborales o por razones familiares
más nunca se nos apagó ni el afecto ni el acercamiento profesional en la calidad de interconsultores eternos
adquirido desde los albores de nuestros ejercicios.
Este muy mezquino resumen significa cuarenta años.
Cuarenta años de mi vida con tantos momentos determinantes en los que actuaron significativamente mis mencionados compañeros.
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La bofetada vino desde el teléfono. Lo que escuché partió como un cuchillo filoso mi ser y separó en mi cuerpo irreversiblemente una parte de mi biografía haciéndome sentir un gélido dolor en el alma.
Murió Harry Wilson, simplemente me dijeron.
integrante indisoluble de mi biografia.
Adios querido colegamigo. Gracias por todo lo que me regalaste en el andar compartido.
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